El que fuera presidente de Ganguren Mendi Taldea de Galdakao, Pedro Mari Aizarna, fue nombrado nuevo presidente de la Federación Vizcaína de Montaña el pasado 28 de febrero. Se reúne con Kronika Berria para valorar su etapa en el Ganguren, sus nuevos objetivos en la federación y lo que supone el monte para él.
¿Cómo nace su pasión por el monte?
Soy de Zeanuri, un pueblo en las faldas del Gorbea, y en nuestro tiempo, cuando éramos críos, lo único que había era un frontón y todos íbamos a jugar a pelota mano. Pero cada dos por tres nos solíamos escapar, cogíamos un bocata en casa, los domingos sobre todo, y nos íbamos directos a Gorbea. Subíamos hasta la cruz, comíamos el bocata y volvíamos a bajar a casa. Por ahí entró mi gran afición al monte.
¿Y su relación con el Ganguren Medita Taldea?
Con 25 me casé y vine a vivir a Galdakao. Años más tarde, en el Ganguren había una presidenta llamada Miren Hernando que ya sabía que yo andaba por el monte,. Me animó a meterme en el mundillo y en el año 2012 me pidió que entrara con ella a la directiva. Posteriormente, de 2020 al 2024 he sido el presidente.
¿Cómo valora su etapa en el grupo de montaña?
Han sido años muy duros para mí y para todas las personas porque, justo al incorporarme como presidente, llegó en febrero el Covid. Fue un año complicado, pero bonito porque era el 75 aniversario del Ganguren, en el que teníamos pensado hacer muchas cosas y al final, con trabajo y esfuerzo de todos, conseguimos celebrar el aniversario en Torrezabal y hacer todas las demás actividades que teníamos pensadas. Como señalizar las rutas en el mote Ganguren, en cosa de tres años marcamos la friolera de 257 kilómetros en Galdakao, las denominadas ‘Rutas de salud’, puesto que no resultan complicadas y son para que la gente conozca el entorno.
¿Por qué decide etonces dejar el Ganguren?
Emocionalmente te voy a decir que me encantó formar parte, estuve muy a gusto, aunque es verdad que el último año, a finales de 2023, ya me encontraba cansado, dado que trabajaba demasiado. Dedicaba prácticamente toda mi vida al Ganguren. Fue duro por el trabajo, pero por todas las cosas que hicimos quedé muy satisfecho. Creo que en esta vida hay que ser valiente para aceptar un cargo y también para dejarlo.
¿Cómo surge la opción de convertirse en presidente de la Federación de Bizkaia?
Estando en una gala del 100 Aniversario del Montañismo Vasco, allá por abril del año pasado, se acercó a mí el entonces presidente de la federación. Me comentó que habían pensado en mí, pero, automáticamente le dije que no. Después, en septiembre, volvieron a la carga para convencerme, aunque yo seguía con la misma idea. No obstante, tras hablarlo en casa, me animaron a aceptar el reto, y ya a finales de octubre decidí presentarme.
¿Cuáles son las primeras medidas que tomó cuando asumió el cargo?
Todavía tengo que estudiarlo, pero primero promover una colaboración, presentarme a todos los clubes y ver las necesidades que tiene cada uno. No que seamos todos como una familia, pero sí que estemos bajo el mismo paraguas. Hablar sobre sus dudas y sobre todas las cosas que se puedan hacer para intentar ayudarles. Luego quiero impulsar mucho el euskera y también el área de la mujer. Por ejemplo, ahora en la federación somos once, seis hombres y cinco mujeres.
¿Considera primordial el hecho de estar federado?
Primordial no, pero sí necesario por varios motivos. Actualmente la gente no le da importancia al tema de federarse porque no pagan todavía diferentes servicios como que te lleven en helicóptero, pero eso va a llegar porque hoy en día la gente va al monte sin prepararse. Hacen caso omiso si hay alerta amarilla, van con zapatillas de casa… y eso no puede ser. El hecho de federarse es importante porque, si pasa algo, estás protegido. También tengo que decir que la Federación de Montaña de Euskadi es la que más federados tiene a nivel estatal en toda España. Somos exactamente 41.000.
¿Cree que aquellos que acuden al monte por su cuenta van suficientemente bien preparados?
No, es un hándicap para los clubes. Antes, hace 30 o 40 años, todo el mundo que iba al monte debía ir con un club porque no teníamos coches y nos llevaba en autobús, debías regirte por las normativas de ese club. Hoy en día los jóvenes no quieren eso, prefieren ir por su cuenta, pero muchos no van preparados, ni con buena ropa, ni con la comida o bebida necesaria. No creo que sea una generación preparada, físicamente sí porque todos los jóvenes hacen deporte, pero no están preparados para saber ir.
¿Qué consejo daría a los primerizos en el mundo de la montaña?
Primero, que vayan al club de montaña de su pueblo, y luego, ir poniendo a prueba hasta dónde llega tu cuerpo. Lo que no vas a hacer el primer día es ir al Anboto, con los tramos complicados que tiene y el viento que puede haber.
Ya que ha mencionado antes el Gorbea, ¿qué es para usted?
Es mi segunda casa. El año pasado subí 44 veces, pero en Gorbea estaría igual 80 o 90 veces, porque no solo es la cruz. Siempre he trabajado en temas de dirección, llevando empresa, pues solía llevar una grabadora a Gorbea y me metía en cualquier rincón y allí me venían todas las soluciones alos problemas, las grababa y bajaba, porque si no las grababa luego no me acordaba de ellas. Allí me encuentro muy a gusto. Siento libertad, tranquilidad, soledad cuando quieres, compañía cuando vas con amigos, es indescriptible. Ganugren tiene un refugio, invito a todas las personas de Galdakao a verlo, en la campa de Arraba.
¿Una expedición que le haya marcado?
He realizado muchos recorridos por el extranjero. Tuve una mala experiencia en Nepal y no voy a volver más, porque me he dado cuenta de que cualquier monte que esté cerca de casa te da tanto como el que puede estar lejos, y además cuentas con más seguridad. Por eso, yo ahora cojo la autocaravana y me recorro España para expediciones en todas las provincias y comunidades.
¿Qué hará ahora que acaba este entrevista?
Seguramente no me dará tiempo ya para ir al monte, porque tendré que preparar la reunión de esta tarde, pero casi fijo que iré a dar alguna vueltita por aquí, por el monte Ganguren, un par de horas. Todos los días salgo mínimo dos a tres horas a andar.

