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    “Maritxu Bilbao destacó por su fuerza física y mental, se atrevía con todo, era muy lanzada”

    Erabide dedicará una entrada en Wikipedia a la montañera
    Galdakao I. López05/02/2025
    Tere y Montse, hijas de Maritxu Bilbao, muestran algunas fotos de su madre. (IL)

    Fue cofundadora del Ganguren Mendi Taldea, además de la primera mujer en escalar el Atxa Adarra, lo hizo en agosto de 1955. También se convirtió en la primera mujer, junto a su amiga y compañera Angelita Olano, en culminar la travesía pirenaica desde Sallent de Gállego (Balaitus) hasta Benasque, entre tresmiles, a solas, ese mismo año. Por ello recibirían ambas la Medalla de bronce al mérito deportivo en 1956. A pesar de todo, no demasiadas personas conocen su nombre: Martitxu Bilbao.

    Para remediarlo, la asociación Erabide se ha planteado el reto de incluir en Wikipedia la biografía de esta montañera nacida en Artea, pero que residió en Galdakao durante veinte años. Varias de las socias se emplean estos primeros meses del año en la búsqueda de documentación referente a su vida, paso previo a subir el artículo a la enciclopedia virtual. Con el fin de saber más sobre Maritxu, invitaron a sus hijas, Tere y Montse, a una entrevista para charlar acerca de su madre.

    ¿Cuándo surgió el amor de vuestra ama por el monte?
    Tuvo afición desde pequeña, iba con sus hermanos, los mayores. En Artea no paraban quietos, si no iban a un monte iban a otro. Había un tío, José, que era pastor y tenía una chabola en el Gorbea, así que le visitaban.

    ¿Qué relación tuvo con Ganguren Medi Taldea?
    Fue una de las socias fundadoras. Siempre estuvo en el club de Galdakao y nos metió a los tres hijos, a nuestro hermano mayor, Txomin, y a nosotras dos. Nuestro padre, Juan Goti, era del Alpino de Bilbao, pero aunque vivíamos en Bilbao nos apuntó a todos al Ganguren sin preguntar.

    ¿Qué modalidad de montañismo desarrolló?
    De todo, escalada, travesía… entonces consideradas alta montaña, claro, porque superar los 2.000 metros e ir a Pirineos en esa época era lo que la diferenciaba del resto. Al año siguiente de realizar la travesía de Pirineos volvió, antes había estado en Picos de Europa… El primer año no pudieron subir al Aneto, por eso volvieron el siguiente. Mandó a mi padre una postal con ella y Angelita en la cumbre.

    ¿Quiénes eran ‘Las golondrinas’?
    Varias mujeres del Ganguren… ella, su hermana Mertxe y otras amigas. Las llamaban así porque llevaban una txapela con una golondrina.

    ¿Cómo conseguía la ropa y equipación?
    Se la hacía ella, era modista. Para andar por aquí cerca usaban chiruca y abarca; para ascensos mayores tenían botas que se hacían a medida, buscaban, que si conozco a un zapatero aquí o a no sé quién allá… Para la lluvia se ponían kaikus, no había impermeables. Ella cosía ropas con lo que encontraba, por entonces no había bolsas de plástico, claro, se apañaban con lonetas o…

    ¿Y la comida para travesías largas?
    Llevaban mucha lata, mucho peso, algún fruto seco, los de casa. Era muy apañada, si pasaba por un pueblo compraba patatas y luego las cocinaba al fuego, entonces se podía hacer fuego, o llevaba infiernillo. Se manejaba muy bien para eso, era como MacGyver, con cuatro cosas resolvía, por eso a Angelita le gustaba mucho ir con ella.

    ¿Cómo conoció a Angelita Olano?
    En una excursión, en el monte. Se apuntó con un grupo de Bilbao y allí fue. Se juntaron el hambre con las ganas de comer.

    ¿Sabéis algo de la ‘revolución’ de los pantalones?
    En los años 40 y 50 las obligaban a ir al monte con falda o vestido, muy incómodo, estaba mal visto ir con pantalón. Incluso la expulsaron de la iglesia, a ella y a otras, por llevar pantalones. Antes de ir a esquiar iban a misa, eran muy creyentes, estaban en San Nicolás, en Bilbao, y desde el púlpito el cura las señaló y las mandó salir. Ella se hacía faldas pantalones.

    ¿Tenían ayuda para costear los gastos?
    No, cada cual se pagaba lo suyo. Material llevaban poco, no había dinero para comprarlo. Las mochilas se hacían en casa, antes no había mochila pequeña o grande, llevaban ‘la mochila’. Hasta se hacían los esquís, y se los prestaban. Eran autodidactas, aprendían entre amigos. Ama tenía inventiva, hizo sacos de dormir. No había tiendas de campaña, no había medios, todo era casero. Consiguió un piolet, por ejemplo, porque el tío Julio trabajaba en un taller y lo hicieron allí. Iban a la aventura totalmente.

    ¿Eran complicados los traslados?
    Mucho, no había buenas comunicaciones en los transportes. Costaba casi más llegar al lugar que subir a la cumbre, tenía más mérito ir en esa época a Pirineos que ahora a Sudáfrica.

    También escalaba, una actividad a la que no se animaban las mujeres.
    Al principio con Jesús Altuna, era su compañero. Había montañeras de caminar, pero no de escalar, ella hacía todo, Angelita Olano también, María Jesús Aldecoa… eran muy pocas. Escaló en 1949 Torre Urrestei, en Atxarte, fue la primera mujer. Luego acudió al campamento internacional en los 50. Y después impartió cursos de escalada, entre amigos, entre clubes. Iban a Atxarte o a Pagasarri, a donde había una pared para practicar, a las Atxas. Fue instructora de la ENAM. Usaba la escalada como fin para llegar a la cumbre, no en plan como ahora para decir que era escaladora, le servía porque cuando hacían una travesía no sabían por dónde iban, y si se encontraban con una pared grande había que escalarla para continuar.

    ¿Se perdió alguna vez?
    Si se perdió, se encontró. Perderse sin remedio, nunca. Conseguían cartografías de militares. Hoy tienes el teléfono para saber por dónde vas, el tiempo que va a hacer… Antes tomaban un camino sin certeza de nada y apuntaban en una libreta cómo se llamaba tal sitio y tal otro, qué caseríos pasaban… así dejaban constancia para que el siguiente supiera por dónde ir. Iban abriendo vías, era otro mundo. El tiempo aprendieron a interpretarlo y a fiarse de los pastores.

    ¿Sufrió accidentes? ¿Pensó alguna vez en dejarlo?
    Nunca tuvo un accidente, no y tampoco pensó en dejarlo, mientras pudo siguió yendo al monte. Al casarse ya no hacía travesías grandes porque tenía críos pequeños, pero nunca dejó de ir. Íbamos todos al monte porque aita era también montañero, los domingos siempre. Además, alquilaban un caserío en Undurraga, en Zeanuri, y allí solo con salir de la casa ya estás en contacto con la naturaleza. Tenía pasión por la naturaleza.

    ¿Cómo llegó a Galdakao?
    Nuestra abuela, su madre, enviudó y vino con los seis hijos, a trabajar como ayudante de cocinera en La Dinamita. Ama también estuvo allí una temporada, empaquetando cartuchos, y su hermana Mertxe, pero ama enseguida aprendió a coser y se dedicó a la costura.

    ¿Y a Bilbao?
    Conoció a aita, su marido, en los 50, en el monte, y se casaron en octubre de 1960, por eso se trasladó. Para la época se casó mayor, y lo hizo “con pena”, según decía ella, ja, ja. Con la edad que ya tenía, y como andaba con aita que si para atrás que si para adelante, imaginad las presiones que debió escuchar para que se casaran. Dicen que sus facultades eran extraordinarias, no le interesaba atarse, era muy independiente, pero era otra época. Ella siempre comentó que le habría gustado ser cirujana, y habría podido conseguirlo si llega a nacer en otra época porque era hábil con las manos. Destacó en la montaña por su fuerza física y mental, se atrevía con todo y no le importaba el qué dirán, era muy lanzada.

    ¿Veían con buenos ojos a las mujeres en la montaña?
    Lo que dijera la gente le importaba un bledo, la verdad, ella y Angelita iban porque era su afición. Lo que las hace diferentes fue que culminaron la travesía de Pirineos solas, en pleno franquismo. Fueron en 1955 a hacerla, los guardia civiles las dejaban en paz porque creían que eran francesas, no era habitual ver mujeres solas por el monte a este lado de la frontera. Además, Angelita era alta, parecía Ingrid Berman.

    ¿Contaba anécdotas?
    Un montón. Como que en la época no había cremas solares ni cacao, los labios los protegían con pintalabios, por eso muchas iban maquilladas al monte. En una travesía se les olvidaría llevar, total que se le quemaron a Angelita y se puso pasta de dientes por la noche, porque así los sentía fresquitos, pero a la mañana siguiente aquello estaba mucho peor. Para no quemarse la piel algunas se untaban tomate. También nos contó que en la travesía del 55 les cayó una tormenta muy fuerte, el granizo era tan grande que con dos bolas hicieron café, bueno sería achicoria. Y que hicieron la ruta entre Añisclo y Piñeta, una zona empinadísima donde no había camino porque por ahí no iba nadie, bajando con cuerda. Encontraron abajo a un hombre que les preguntó de dónde venían y cuando respondieron no las creía.

    ¿Obtuvo muchas medallas y reconocimientos?
    Los clubes premiaban si hacías los 25.000 metros, los cien montes libres… así que tenía una caja llena de medallas, alguna copa. Pero lo importante fue la Medalla de bronce al mérito deportivo que le concedieron junto a Angelita en 1956. Ella no daba importancia a esto, no ascendía para figurar, sus metas eran personales.

    ¿Tenía otras aficiones?
    Muchas, era muy echada para adelante, decía “voy a hacer esto” y se ponía a ello, tenía mucha voluntad. Le gustaba la talla de madera, porque su padre tenía herramientas. Hacía obras de albañilería… Siempre comentaba: “Prueba, la primera vez te saldrá mal, la segunda un poco mejor». Insistía, insistía y ayudaba su habilidad.

    ¿Sentía preferencia por alguna montaña?
    Tenía amor por el Gorbea, la adoraba. Con cuatro años ya nos subía a los hijos allí.

    ¿Usaba algún amuleto?
    Medallitas de la virgen, porque era creyente, pero no era supersticiosa ni ñoña.

    ¿Qué sentía al llegar a una cima, os contó?
    No sabemos si algo especial, pero seguro que estaría pensando cómo bajar, ja, ja. Al final, la sensación de libertad no se siente solo arriba, sino durante todo el camino. Ama nos enseñó a dar la vuelta a tiempo y es una gran enseñanza. Decía que el monte va a estar ahí siempre: “Si ves peligro da la vuelta”. Si alcazas la cumbre bien, habrá vistas chulas, llegas a una meta porque allí paras de andar, pero si no lo haces no pasa nada. Nos transmitió eso.

    ¿Le dedicaron homenajes?
    El Ganguren hizo uno, le dieron una placa. También se acordaron de ella en la antigua Semana de la Montaña de la BBK. Y hubo un documental sobre ella y Angelita en TVE2, del periodista Ernesto Díaz, de la gesta de Pirineos, pero no sabemos cuándo porque guardó un recorte del periódico donde lo anunciaban, pero no aparece fecha.

    ¿Hasta qué día siguió subiendo al monte?
    Me la llevé yo (habla Montse) al Midi d’Ossau en 2010, creía que iba a ser su última vez. No a hacer cumbre, pero a pisar Pirineos, y llegó hasta el refugio Pombie, que está justo debajo del pico. Tenía 86 años. Todavía andaba, se cansaba más, claro. Yo quería que viera cómo era aquella zona con buen tiempo, entonces ya le fallaba la cabeza y no recordaba sitios en los que había estado, pero llegó. Falleció en 2022, el 31 de mayo, con 97 años.

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